La competencia podría definirse como su capacidad para utilizar sus conocimientos y habilidades con el fin de lograr objetivos establecidos, y donde la capacidad consiste en la motivación y las actitudes. Esto significa que la educación y la formación de los trabajadores en el ámbito de la juventud, así como un mayor desarrollo de competencias, deben centrarse en todos estos factores para tener éxito: deben desarrollar la motivación y las actitudes, así como los conocimientos, las capacidades y la comprensión de con qué fin deben utilizarse.
Las posibles competencias necesarias van desde las habilidades pedagógicas sociales, sobre las habilidades digitales, hasta la gestión de proyectos y pueden, junto con muchas más, encontrarse a través de las referencias a continuación. Sin embargo, la competencia básica siempre será la capacidad de estimular y apoyar a los jóvenes para que participen y asuman la responsabilidad de actividades basadas en sus propias necesidades, intereses, ideas y experiencias, contribuyendo así a su desarrollo personal y social a través del aprendizaje no formal e informal.